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El Valencia CF (por fin) vuelve a ser el Valencia CF

El Valencia CF (por fin) vuelve a ser el Valencia CF

El técnico acierta en todo y dota de compromiso a un equipo que pasa por encima del Villarreal dejando la portería a cero y con Carlos Soler estelar

TONI CALERO

Domingo, 22 de enero 2017, 00:33

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La historia de este derbi se asienta sobre la abrumadora convicción de Voro y las botas de Carlos Soler. El primero es un recurso de oro en cada crisis. Si le buscan, está. Siempre. Dijo sí cuando le propusieron asumir un papel que no es el suyo hasta final de temporada. Contra el Espanyol ganó sufriendo, en Vila-real se dio un auténtico gustazo. Le salió todo bien a Voro, cuyo planteamiento dejó sin respuestas a Escribá. En esa idea ha metido sin pestañear a otro hombre de la casa, Carlos Soler. Un jugador bendecido y necesario para la causa. Su viveza y el aire fresco que transmite van en busca de su edad: 20 años. La pausa e inteligencia sobre el césped dan fe de un jugador hecho para la élite. A partir de Voro y Soler orbitaron decenas de factores positivos para el Valencia, capaz de asaltar el campo del Villarreal con una actuación, esta vez sí, sobresaliente.

En lo alto de esa lista de bondades que se lleva para casa están los tres puntos y la segunda victoria consecutiva. El rumor del descenso ha perdido mucho fuelle, y aunque en los momentos de euforia se necesite más que nunca la calma, ayer en Vila-real regresó la mejor versión de algunos futbolistas que hace semanas entrenaban y jugaban bajo continua sospecha. En el remozado Estadio de la Cerámica lució, entre otros, Mangala. Y el despliegue del francés resultó clave para que el Valencia enterrara otro fantasma que se aparecía incesante desde el pasado 20 de abril. El Villarreal se estrelló contra la defensa y Diego Alves para acabar a cero. Y cabe recordar que ni en los amistosos de verano pudo decir el Valencia tal cosa.

Las noticias llegaron amables desde el principio. Por ejemplo, la carrera de Santi Mina que originó el segundo gol fue, en parte, el pago a la deuda que el Valencia de los últimos meses había contraído con el fútbol. Así como en tantas ocasiones se dice que es este deporte el que acumula muchas cuentas pendientes con tantos y tantos equipos, esta vez era al Valencia a quien tocaba pagar. Se había perdido el fútbol, que se puede perder, pero también el fuego y una buena ración de compromiso. El equipo ni carburaba ni, por lo visto ayer en Vila-real, ofrecía todo lo que llevaba dentro. Si Mina atrapó el balón en la descomunal pifia de Sergio Asenjo fue porque a casi cien metros de distancia Mangala corría como un demonio para taponar cada acción de ataque de los rivales. O porque Munir respondía a los gritos de Voro con la enésima carrera achicando agua en la zona de Joao Cancelo.

Ese Valencia del primer acto, probablemente el mejor del último año salvo contadas excepciones, fue celebrado por la afición desplazada a Vila-real. No sólo por haber arruinado los planes de Fran Escribá y derribado un muro que presume ser el mejor de la Liga, sino por morder a los delanteros rivales y no permitir un segundo de respiro a Bruno Soriano y Manu Trigueros, la materia gris del Villarreal.

Ese triunfo parcial en el centro del campo abrió el camino al Valencia. Bajó el granizo ensayó Voro con Mario Suárez -quizás para despistar-, pero como ante el Espanyol repitió con Parejo, Enzo Pérez y Carlos Soler. Quedó claro que juntando a futbolistas con fútbol todo es más sencillo. A pesar de las desconexiones de Enzo (vio una amarilla pronto por una dura entrada), el trío pensante se las apañó para tapar a sus pares y ofrecer juego a Nani, Munir y Mina. Después de los avisos por ambos bandos y ya con el partido maduro, Nani jugueteó con Mario Gaspar hasta dar con la fulgurante irrupción de Soler en el área. El portugués vio la luz entre camisetas amarillas y el canterano, con la zurda, batía a Asenjo para estrenarse de goleador en el primer equipo.

Para Enzo no hubo tiempo de celebraciones. Mientras los futbolistas se abrazaban en la banda, Voro llamó al argentino. «Ni una más», le vino a decir el técnico para evitar alguna torpeza del centrocampista que dejara al Valencia con diez. El Villarreal cayó en la lona y entre los tímidos silbidos de la grada llegó el tanto peleón de Santi Mina que obligó a Asenjo a pedir perdón.

Había resistido el Valencia en defensa pese al agujero de la banda de Cancelo por las constantes ayudas de Munir. También en eso Voro se mostró machacón, porque Pato desarboló a Cancelo en varias ocasiones y el técnico no quería regalar ni un palmo de césped al Villarreal. Para entonces, Soler ya se había adueñado del encuentro. Jugando fácil, rompiendo líneas en ocasiones a través de la conducción de balón y generando un peligro que a punto estuvo de entregarle su segundo gol.

El Villarreal asumió los lógicos riesgos y el Valencia aceptó la avalancha. Mientras Castillejo regateaba y Jaume Costa buscaba la espalda de Cancelo, los blanquinegros se lanzaban al contraataque en busca del tercero. Estuvo cerca de conseguirlo, pero es aún más justo señalar que el acoso y derribo del Villarreal también merecía premio.

Minutos para Zaza

Veía tan cerca el Valencia la victoria que se arremangó el once al completo para desesperar al conjunto de Escribá. En ese arreón final se agigantó la figura de Mangala, que despejó decenas de balones con sus compañeros ya justos de gasolina. Voro tiró de lógica y metió a Montoya para reforzar la banda derecha. Poco antes saltaba al verde Simone Zaza. Debutó el italiano con la consigna de ayudar en todo lo posible y desahogar al Valencia manteniendo el balón. Tuvo tiempo para iniciar varios contraataques y probar el chut, pero sin suerte. Al menos, siempre dirá que se estrenó bien con el Valencia. Ganando y convenciendo.

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