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La secuencia. LAS PROVINCIAS recogió la secuencia entera del gol de Sixto, su disparo desde la parte izquierda del campo hasta que el balón, tras trazar una diagonal, se aloja en la portería.
El gol más bonito  de Sixto Casabona
EL TÚNEL DEL TIEMPO

El gol más bonito de Sixto Casabona

Sixto protagoniza una preciosa acción individual, se va de todos los contrarios que le salen al paso y culmina con un remate de rosca que sorprende a Urruti, el portero del Barça

PACO LLORET

Sábado, 22 de octubre 2016, 00:34

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Aquel día su sueño se hizo realidad. Un partido enorme. Un gol de bandera. Mestalla enloquecido. Una genialidad de Sixto Casabona puso el campo patas arriba. Los pañuelos aparecen, el delantero se encarama a lo más alto de la valla y se funde en un abrazo imaginario con los aficionados, presos de una euforia incontenible. Sixto protagoniza una preciosa acción individual, se va de todos los contrarios que le salen al paso y culmina con un remate de rosca que sorprende a Urruti, el portero del Barça. Una explosión de júbilo inesperada, sólo han transcurrido cinco minutos del encuentro y el Valencia se adelanta en el marcador. Valdez y Venables en los banquillos.

Aquel Valencia-Barcelona de la temporada 85-86 empezó de la mejor manera posible. El desenlace, sin embargo, resultó amargo. Hubo remontada visitante gracias a los dos goles de Paco Clos, uno antes del descanso, el otro, en la reanudación. Un año y medio después de aquella fría tarde de diciembre Clos fue fichado por el club de Mestalla, pero el doctor Joaquín Arregui desaconsejó su incorporación al detectar una lesión crónica. Hubo revuelo pero el diagnóstico era certero.

Sixto Casabona llevaba dos ejercicios consecutivos llamando a las puertas del primer equipo. En el verano del 83 hizo la pretemporada con Paquito pero no superó la prueba y volvió al filial. Un año después, con Roberto Gil como responsable técnico, tuvo la oportunidad de demostrar sus cualidades y adquirió un enorme protagonismo con motivo del Trofeo Naranja. Los valencianistas dirimían el título ante el poderoso Hamburgo SV que el año anterior se había proclamado campeón de Europa batiendo a la Juventus, entre cuyos jugadores aparecía Prandelli, aunque el actual entrenador valencianista no participó en la final disputada en Atenas.

El trofeo veraniego se quedó en casa gracias a una memorable goleada por 5-1 que encumbró a Wilmar Cabrera, el ariete uruguayo que se presentaba esa noche en sociedad y que firmó un triplete prometedor. Los otros dos goles llevaron la firma de Sixto. Un par de tantos que le abrieron, como era su deseo, las puertas de la Primera División. En su campaña inicial no jugó mucho y anotó un solo tanto, frente al Espanyol, en un choque condicionado por la huelga de futbolistas. Sixto parecía abonado al 5-1 con el que los de Mestalla despacharon al once periquito.

Con Valdez en el banquillo, Sixto sentía que había llegado su hora, la de disipar dudas en torno a sus posibilidades de triunfar en la élite. En el primer encuentro asumió la responsabilidad de transformar dos penaltis que salvaron los muebles ante el excelente Valladolid que adiestraba Vicente Cantatore. El nombre de Sixto Casabona saltó al estrellato en la tercera jornada, le endosa tres goles al Celta y se convierte en el máximo goleador del fútbol español.

Esa noche, la única televisión del país y las principales cadenas de radio se disputan su presencia en los programas estelares de la noche del domingo. Sixto está en una nube, el equipo transita sin sobresaltos y nada hace presagiar el dramático desenlace que aguarda. La trayectoria del Valencia entrará en barrena y acabará con el descenso a Segunda División.

Aquel gol suyo al Barça deja una imagen inolvidable pero es el principio del fin, se trata de su último gol como valencianista en Primera División. El canto del cisne de un futbolista genial, imprevisible, dotado de talento, pero necesitado de regularidad y mayor sacrificio. Cuando jugaba en el CD Mestalla era capaz de todo, sobre todo en los partidos de casa. Sixto ya empezó a despuntar desde niño en el San Antonio de Benagéber y en la inolvidable Semana Deportiva de L'Eliana. Jugaba de maravilla y marcaba goles de antología. En la adolescencia su estrella seguía brillando y llamando la atención. De ello puede dar fe Carlos Marzal, el reconocido escritor y poeta, amigo suyo y compañero de alineaciones. Muchas de aquellas andanzas han quedado reflejadas con precisión en un libro editado por Nacho Pérez, que ha logrado recopilar numerosos documentos gráficos de la época.

Sixto formó parte de una camada de futbolistas de calidad contrastada criados en Paterna y que dieron el salto al Valencia en una época repleta de dificultades para la entidad. Su paso por el primer equipo fue un reflejo de su vida, corta pero intensa, deslumbrante y oscura, sin término medio. Después de tres campañas abandonó el club coincidiendo con el retorno a la máxima categoría, logrado con autoridad y holgura.

Su relación con Alfredo di Stéfano era muy buena, había un vínculo de protección paternal del técnico hacia su pupilo. Sixto le correspondió con nueve goles en aquella temporada 86-87, tres de ellos de una tacada en Sestao, desafiando los hachazos del feroz central Gonzalo. Junto a Claudio, el delantero de Manises, llevó al Elche a Primera División en 1988. Aquel fue su último gran logro. El pasado 10 de octubre se cumplió el decimosegundo aniversario de su fallecimiento, a la edad de 41 años. Quienes fuimos sus amigos aún lo recordamos subido a la valla de Mestalla gritando gol. Puede que aquel fuera el momento más feliz de su vida.

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