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El socio minoritario
NOS QUEDAN DOS MESES DE AGUANTARNOS

El socio minoritario

VICENT MOLINS

Lunes, 1 de junio 2015, 00:11

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En todo gobierno donde se coaligan varios socios con una entidad demasiado desequilibrada, el socio mayor siempre tiende a ensancharse en detrimento de su socio minoritario, que reclama su espacio de mando. Con el paso del tiempo el socio mayoritario acaba estrangulando en su poder al socio minoritario, al que tan solo le quedará el derecho a pataleta, la sumisión o la renuncia.

Amadeo Salvo es el socio minoritario -con una gran implantación popular- que permitió a Lim alcanzar la propiedad y formar gobierno. Sin su colaboración decisiva es probable que nunca lo hubiera hecho, para infortunio del Valencia, al que le esperaban algunas alternativas suicidas. Hasta el momento ambos socios habían funcionado sin apenas fricciones, más bien con una adoración convenientemente mútua que hacía que todas las cosas fueran rodando desde que el socio minoritario concedió no montar ninguna bronca ante la decisión del socio mayoritario de prescindir de Pizzi, frente al criterio opuesto del director deportivo. Una coalición tranquila, integrado Salvo en el gobierno del día a día.

En las últimas fechas hay señales, privadas y públicas, que figuran la evolución natural de este tipo de relaciones. Balanceo interno. Lim y los de Lim ensanchan su poder; Salvo y los de Salvo, a rebufo, se resisten a ver estrangulada su área de decisión. No tiene tanto que ver con un desgaste (llegarán los gestos para realzar al presidente), sino con la libertad del socio mayoritario para practicar su poder.

Esta semana Salvo, elogiando la lealtad hipotética de Mendes con el Valencia, avisaba de que el agente no es nadie en el club. Era más una expresión de deseo que una constatación. Un canturreo a la resistencia. A Salvo, un poco a todos, le gustaría que Mendes sólo facilitara fichajes de relumbrón, que solo fuera el lubricante para cerrar operaciones melosas. Me temo que no funciona así. Mendes es Mendes y sus circunstancias, daños colaterales incluidos.

Un gallego diría que todo esto es un problema de comunicación, pero me temo que no. Son dos trozos de un club en transición que reconfiguran sus posiciones. Comienza a resultar demasiado pesado escuchar darditos entre frentes. Pasado un año desde los acuerdos de gobierno, y dado el poco apego, ajá, del presidente por su posición privilegiada, sería momento para definir qué espacio va a tener Salvo en el próximo tiempo y cuál Rufete, cuál Nuno y cuál Mendes... Meses ha habido para que todos supieran qué lugar ocupan en el club.

Si Lim lo cede todo a sus hombres y se olvida de los 'gobernadores civiles' estará disparándose al pie. Las conexiones con el territorio inmediato le vienen muy bien. Salvo y Rufete, que continuaron en el club porque así lo quiso Lim y que lo estarán hasta que él lo decida, pueden aprovechar los resquicios entre el poder para imponer sus decisiones. Poco más. Al margen de eso, solo las tres opciones: el derecho al pataleo, la sumisión o la renuncia.

De Susos contra Benítez, de Carbonis contra Quiques, de familias que intentan joderse unas a otras, ya conocemos las derivadas. Igual reclamar un poco de madurez sería pedir demasiado. ¿Tan difícil es determinar quién ficha? Igual es demasiado exigir que se eviten bifurcaciones y torpedeos entre clanes. Sobre todo cuando el desenlace ya se sabe. Creíamos, ingenuos, que en el futuro no ocurrían estas cosas.

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