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EL TÚNEL DEL TIEMPO

18 de abril, día de efemérides

La Liga ganada en Sarrià en 1971. La madre de todas las remontadas, ocho años después, en un Mestalla al borde de la locura. Dos jornadas históricas

PACO LLORET

Sábado, 18 de abril 2015, 00:21

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La Liga ganada en Sarrià en 1971. La madre de todas las remontadas, ocho años después, en un Mestalla al borde de la locura. Dos jornadas históricas, dos efemérides inolvidables. Ambas tuvieron lugar contra los dos equipos barceloneses, las dos acontecieron un 18 de abril. Una derrota ante el Espanyol que no impidió cantar el alirón. Una goleada, con prórroga incluida, frente el Barça para remontar una eliminatoria copera que parecía irremisiblemente perdida. El calendario ha reservado en esta fecha vivencias trascendentales. Hoy es 18 de abril y el Valencia visita la ciudad condal. Todo es posible, a tenor de los precedentes.

El desplazamiento a Sarrià ha sido, con diferencia, la mayor peregrinación de aficionados valencianistas a un partido de Liga en toda su historia. La cifra superó de largo cualquier previsión. Se puede estimar que en torno a 15.000 seguidores viajaron aquel domingo del puente de San Vicente hasta el feudo del Espanyol con la ilusión de asistir a un partido histórico: la proclamación del Valencia como campeón. Solo hay que ver las fotos y contemplar las imágenes en blanco y negro para deducir que el equipo de Di Stéfano actuaba casi como de local. Aquello fue una invasión- pacífica, eso sí- en toda regla. Las tracas no pararon de estallar desde buena mañana en una Barcelona sumida en una sorprendente contradicción: el Barça podía ser campeón si ganaba su partido en el campo del Atlético siempre que el Espanyol venciera al Valencia.

El relato del desenlace de aquel emocionante campeonato, el último disputado con 16 equipos en primera, no se ha contado con el rigor debido. Ninguna novedad, por otro lado, salvo contadas excepciones, las circunstancias que envuelven al Valencia se cuentan desde la distancia plagadas de errores y desenfoques a medida que pasa el tiempo. La premisa fundamental para entender lo sucedido es que el Valencia era el único de los tres aspirantes al título que dependía de sí mismo. Es más, con el empate ya era campeón. Casualidades del calendario, en aquella jornada final, los otros dos conjuntos con opciones de ganar la Liga se enfrentaban en el Manzanares, y ambos precisaban de la victoria y, a la vez, de la derrota valencianista. Era su única opción. Al Valencia le quedaba una última bala en la recámara: perder en Sarrià y esperar que hubiera un empate en el Atlético-Barcelona. Aquella combinación rocambolesca se antojaba imposible pero fue la que, finalmente, sucedió. Los valencianistas perdieron por 1-0 y hubo empate a uno en Madrid. Primero marcó el Barça, que por unos minutos fue campeón, luego Luis Aragonés marcó el gol de la igualada y, sin querer, sirvió el título en bandeja al Valencia.

Ocho años después, el Valencia recibía al Barça en Mestalla en el encuentro de vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey. En la ida, los blaugrana habían pasado por encima del equipo dirigido por Marcel Domingo: 4-1, aunque el primer gol de la noche fue obra de Bonhof al transformar un claro penalti cometido sobre Darío Felman. El árbitro era Sánchez Arminio. Luego, vino la hecatombe. Casi mes y medio después de aquel naufragio, se celebraba el choque de vuelta. Pasieguito había tomado las riendas del Valencia tras la destitución del entrenador hispano-francés. Eliminados por el West Bromwich de la Copa de la UEFA y sin opciones en la Liga, aquel Valencia estelar se aferraba a la Copa del Rey como su última tabla de salvación para evitar el fracaso. Aquel miércoles 18 de abril Mestalla se llenó más por curiosidad que por confianza, la remontada se antojaba misión imposible aunque el Barça tampoco andaba muy fino. Ni siquiera el gol logrado en el Nou Camp tenía valor doble en caso de empate global en la eliminatoria.

Desde el primer minuto, el Valencia se lanzó al abordaje con un equipo muy ofensivo: Saura, Kempes, Diarte y Felman machacaban constantemente la defensa barcelonista, mientras que Bonhof y Solsona trabajando a destajo en la medular. El Barça fue sometido a un bombardeo constante y a los cinco minutos 'Lobo' Diarte inauguró el marcador. Desde ese instante, se creó un ambiente en la grada de confianza en la gesta y de apoyo incondicional. El Valencia volaba, el Barça estaba contra las cuerdas. En la segunda parte llegaron dos goles más, ambos de penalti, transformados por Rainer Bonhof. El árbitro era Soriano Aladrén, años después denostado por el valencianismo. Mario Kempes cuajó una actuación impresionante pero no marcó. La jugada de la noche pudo haber evitado la prórroga: Kempes arranca desde atrás se va como quiere de varios rivales, ve adelantado a Artola y desde el medo campo lanza un balón bombeado que sale rozando el poste. Mestalla se venía abajo.

Con el 3-0 se ha de jugar el tiempo suplementario, media hora más de emoción. La locura se desata bien pronto: otro slalom de Kempes, pase a Felman y gol. Indescriptible. Los espectadores asisten a la mayor proeza del Valencia en eliminatorias coperas. El partido transcurre hasta el final entre nervios e interrupciones. El marcador ya no se mueve más. El entrenador del Barça, Lucien Muller, es destituido. Dos meses después, el Valencia conquista la Copa al vencer por 2-0 al Real Madrid en la final. Mario Kempes marca los dos tantos.

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