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Peter Lim, acompañado de su mujer, saluda a los aficionados que estaban en la tribuna antes del partido.
Mestalla silba los  cantos contra el Levante
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Mestalla silba los cantos contra el Levante

Peter Lim asistió a su primer derbi como máximo accionista y el valencianismo se olvidó de los árbitros a base de goles

Juan Carlos Villena

Martes, 14 de abril 2015, 00:23

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A las ocho de la tarde una comitiva avanzaba por la Avenida de Suecia, con un seguidor del Levante subido a hombros por sus amigos. Álvaro, vestido con la camiseta del Matador Kempes y con peluca a juego, aguantó con humor una broma de sus colegas valencianistas dentro de su despedida de soltero. Los miles de aficionados que en esos momentos se congregaban a las puertas de Mestalla se sumaron al momento lúdico. Esas son las postales que tiene que dar una ciudad como Valencia, que tenía ganas de derbi. Es cierto que la semana estuvo marcada por las polémicas decisiones de Teixeira, pero cuando llegaron los goles no anulados el valencianismo se dedicó a disfrutar de la victoria de su equipo. Como tiene que ser.

Casi dos horas antes de que Alcácer pusiera en pie al estadio con su testarazo, los primeros seguidores comenzaron a congregarse en la Plaza de la Afición, algunos con guantes blancos en señal de protesta por el arbitraje de San Mamés. El recibimiento al autobús fue el de las grandes ocasiones, con el buen tiempo como mejor acompañante. El que no pudo sentir ese momento mágico fue el sancionado Otamendi. Con una camisa a cuadros negros y rojos y una gorra, su look habitual, entró a Mestalla aplaudido por los aficionados. El argentino también recibió las muestras de cariño de una grada que veía injusto que ayer no estuviera sobre el césped. El central se ha ganado el amor de la grada a pulso. Testigo de todo ello fue LayHoon Chan. La presidenta observó con una sonrisa la aparición del bus blanquinegro y la reacción de una afición que estaba volcada en su equipo.

Justo a las 19.19 horas, cifra que forma el año en el que se fundó el Valencia, llegaron los levantinistas. Los granotas recibieron de parte de los seguidores algún que otro insulto, aunque el único incidente acabó con la identificación del causante. Cuando el autocar aparcó una botella de plástico voló con poca fuerza y sin causar ningún daño. Pero la policía a caballo señaló al autor, que fue retenido para ser identificado y llevarle la notificación correspondiente. La 'broma' le podría costar hasta 3.000 euros. Para no olvidarlo en la vida.

Lejos de todos los focos se encontraba en esos instantes Peter Lim. El máximo accionista de la entidad volvió a entrar por una de las puertas laterales, y accedió a la zona de palcos desde una de las escaleras que ascienden desde la zona de vestuarios acompañado por Amadeo Salvo. Al presidente ejecutivo del Valencia ya le estaba esperando el corazón del VIP su homólogo Quico Catalán. El presidente fue el anfitrión del millar de seguidores granotas que presenciaron el partido, un centenar de ellos pertenecientes a Levante Fans 1909 llegaron al campo culminando una marcha que comenzó en Orriols.

La salida de los jugadores de ambos equipos estuvo presidida por un tifo espectacular de la Curva Nord y una leyenda reivindicativa: «Una ciutat, dos únics colors». La salsa en los derbis es sana, siempre y cuando uno no se pase con el picante. Los miembros de la Grada Jove lo sintieron tras los goles de Alcácer y Feghouli, cuando escucharon silbidos de sus propios compañeros de grada, valencianistas, cuando entonaron el «¡A Segunda oe!» o «¡Queremos al Levante en Segunda B!». Algo que se repirió con el «¡Adiós a Primera!» en los instantes finales.

La responsabilidad de dirigentes y aficionados es de tolerancia cero con esos cánticos (o con los tristemente famosos en otros partidos de 'Puta Valencia' o 'Puta Levante'). Sin excepción, porque luego si ocurre una desgracia todos nos ponemos en un segundo la chapa de 'Je suis Charlie'. Dejando de lado ese momento el comportamiento de la Curva Nord fue de apoyo total a su equipo. Ese que sí que hacer latir con orgullo a todo el valencianismo. En el segundo tiempo ya nadie se acordó del gol anulado a Alcácer que adelantó unos segundos el «¡Tebas vete ya!» más coreado del año.

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