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Un claro fuera de juego
Teixeira se burla del Valencia
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Teixeira se burla del Valencia

El árbitro aleja al conjunto blanquinegro de la Champions después de permitir que el Athletic empate en fuera de juego y tras expulsar injustamente a Otamendi

Toni Calero

Viernes, 10 de abril 2015, 00:11

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Se torció la noche en San Mamés cuando a Fernando Teixeira Vitienes le supo a poco todo lo hecho anteriormente. Quiso ser protagonista de un encuentro duro, jugado al límite, y que tenía como dueño al Valencia hasta la irrupción del cántabro. Con los tres puntos en el bolsillo y una constante sensación de peligro al contragolpe, se encontró Otamendi con una expulsión caprichosa hasta decir basta. El argentino se fue convencido de que sus compañeros soportarían el peso de jugar contra once, más tras la entrada de Cancelo, pero Teixeira no había dicho su última palabra. A falta de cinco minutos, concedió un gol a Aduriz en evidente fuera de juego. El Valencia se quedó vacío por el show de Teixeira. Voló el triunfo y la opción de recuperar la tercera plaza. Una condena que no pudo controlar.

Había sido el primer parcial un canto al rigor táctico, un traje del que pareció imposible escapar. El duelo estaba controlado por Valverde y Nuno y no por los futbolistas, pendientes de mil y un asuntos de escasa relación con el crear constante de futbolistas como André Gomes o Ibai. Encasillados, Athletic y Valencia se dieron unos minutos de tanteo. Balones largos, nula profundidad, guerras continuas previstas de antemano y San Mamés helado a la espera de algo de fútbol, que no apareció. Se iba haciendo hueco la noche y subía la temperatura. La paradoja propiciada por los codazos de más, las continuas interrupciones del árbitro, el vendaje a Gomes, el revuelo de la grada en cada acción que brotaba de los pies del prometedor Williams.

Los picos de estruendo llegaban precedidos por faltas, piques y córners, tan británicos en Bilbao. Por uno que salió con veneno de las botas de Ibai gozó el Athletic de su mejor ocasión, casi al filo del descanso, pero nada. Ni Nuno dio con la tecla ni Valverde -con las bajas de Muniain e Iturraspe y el banquillazo a Beñat- parecía dar por malo el empate.

El Valencia alteró su habitual plan, el de juntar a tres centrocampistas, para darle la manija del juego a André Gomes y el furor a Javi Fuego. La idea del doble pivote resultó gris. Si bien es cierto que el portugués amasaba continuamente el balón, su búsqueda de aliados se reducía al solitario Alcácer o los extremos. Sencillo, previsible. Rodrigo estuvo rápido por detrás del punta, pero no conectaban. Piatti era una prolongación de Orban en la izquierda y su esmerado trabajo en defensa arruinó los minutos de De Marcos y Williams hasta la lesión del argentino. En apenas unos segundos, De Paul saltó del banquillo, se ajustó la blanca y corrió al centro para orillar a Rodrigo a la izquierda. El cambio propició una buena versión de De Paul y los problemas para el Valencia en el perfil zurdo. Williams creció hasta golpear el pecho de Orban imitando a Aduriz y Otamendi. Pero eso son palabras mayores.

La primera parte fundió a negro sin que Nuno echara de menos a Gayà porque Orban, pase brillante a Alcácer incluido, dio muestras de garantías en todas las órdenes del juego. Sí se notó que el Valencia no contaba con Parejo, catalizador absoluto del equipo esta temporada, con todas las luces y las sombras. El empate era justo pero la necesidad del Athletic por volver a Europa y la del Valencia por estar de nuevo en Champions presagiaban una segunda mitad distinta, con más fuegos de artificio.

Y lo interpretó mejor Valverde. Su once había terminado acosando al rival antes del descanso y ésa fue la consigna a seguir tras el mismo. El Valencia continuaba sin encontrar el camino para llevar el peso del duelo y ahí ganó enteros el poderío aéreo de los rojiblancos. Un suspiro y el poderoso remate de San José lo salvó Alves con una de esas paradas que encienden a sus compañeros y el propio contrincante. Estaba a gusto el Athletic abusando de su principal arma y, diez minutos después, Otamendi mantuvo las tablas en el marcador sacando un cabezazo de Aduriz que se marchaba dentro de la portería.

Nuno mantuvo la serenidad durante el arreón del Athletic y seguía transmitiendo calma a su equipo. Gesticulaba, aplaudía, exigiendo concentración a la espera de que llegara una oportunidad lo suficientemente buena como para no fallar ante Iraizoz. Cuando el juego se ausenta, sólo queda aguardar alguna genialidad de los futbolistas con talento. Y Rodrigo, perdido en la segunda mitad, se bastó para romper a la defensa del Athletic y provocar el tanto del Valencia. Suya fue la ruptura, de Alcácer la magnífica asistencia y de Rodrigo de Paul, la soberbia definición al palo largo para convertir en inútil la estirada de Iraizoz.

Había hecho lo más complicado el Valencia teniendo en cuenta que no había disfrutado de muchas ocasiones, pero prometía el ambiente un apretón final del Athletic. Antes de que se desatara el festival de errores de Teixeira, Nuno dio entrada a Negredo y éste apenas tardó un par de minutos en demostrar su clase con taconazo y centro incluido que Rodrigo echó fuera incomprensiblemente. Luego tuvo otra a la salida de un córner, pero el hispano-brasileño estaba peleado con el gol.

Estando más cerca el segundo del Valencia, surgió la figura de Teixeira para arruinar el triunfo y la tercera plaza. Expulsó a Otamendi por una entrada a San José. Mientras salían del tumulto, el argentino supo de su expulsión y enfiló el túnel de vestuarios sin creerse la roja. Entró Cancelo para reforzar la defensa mientras la grada pedía un último esfuerzo de los suyos. En una de esas, Aduriz cazó un balón y batió a Alves. Nada raro, teniendo en cuenta que suma doce en Liga. Lo indignante para el Valencia es que el delantero estaba en fuera de juego. De nada sirvieron las súplicas de Fuego y Orban al asistente. El mal estaba hecho, y el Valencia, roto.

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