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Héctor Esteban
Martes, 10 de marzo 2015, 00:04
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Papá, ¿pero cómo es posible que ayer lo viéramos por la tele y hoy esté aquí con nosotros en la habitación?». Dani no se podía creer que José Luis Gayà, que el domingo por la noche trataba de achicar las acometidas del Atlético de Madrid por la banda izquierda del Calderón, llegara ayer por sorpresa a su habitación en el hospital La Fe y le regalara la camiseta firmada con la que el Valencia sacó un punto de la capital que le mantiene vivo en la lucha por la Liga. El 31 será el número de la suerte para este pequeño de Orba.
Dani tiene 5 años. Es un entusiasta. «Es como un hombrecito», señala su padre, José Javier Verdú, que al otro lado del teléfono transmite un optimismo a prueba de bombas. El pequeño tira del carro familiar. Con una fuerza descomunal.
«Cuando tenía dos años y medio estaba muy decaído. Hablamos con varios amigos pediatras, le hicieron pruebas y le detectaron leucemia. Era muy suave. Se le trató y en junio pasado nos dieron el alta», cuenta José Javier, un valencianista de pura cepa. La familia vive en Orba y tienen una empresa de bolsos que les obliga a viajar con asiduidad a Asia, tanto él como a su esposa, Sandra.
«En octubre, al volver de Asia, Dani pidió ir al baño y nos dimos cuenta de que tenía un testículo muy hinchado. Otra vez en la lucha. Se lo extirparon y ahora le han dado sesiones de radio», cuenta su padre, que se ha trasladado junto a su mujer a vivir a Valencia al piso de unos amigos para estar al lado de Dani día y noche. El próximo 17 de marzo le harán un transplante de médula al pequeño.
Pero mientras llega ese día, la visita de Gayà fue un suplemento vitamínico fundamental para los ánimos de Dani y toda la familia. Con la colaboración de un amigo del lateral de Pedreguer, todo quedó listo para que el futbolista le diera ayer después del entrenamiento en Paterna una gran sorpresa al chaval: «Ha tocado en la puerta y se nos ha quedado mirando. Dani se ha quedado muy sorprendido. Me ha dicho: Papá, ¿es el de la tele? Se ha quedado con la boca abierta», apunta el padre de Dani, que no esconde que tanto al pequeño como a su hermano mayor, Samuel, que tiene 9 años, trata de inculcarles su valencianismo. El hecho de que Orba y Pedreguer sean pueblos vecinos ha sido clave para que a través de amigos comunes se haya podido cumplir uno de los sueños del pequeño.
Gayà y Dani estuvieron charlando durante un buen rato. Con las inquietudes propias de un niño que puede tocar a uno de sus ídolos. El joven de Pedreguer se interesó por el estado de Dani y sólo le pidió un favor: «Le ha dicho que coma, que coma mucho para estar fuerte». Dani, obediente, le prometió al futbolista del Valencia que comerá para ponerse como un roble. El canterano es el ejemplo de cómo uno puede llegar a lograr todos sus retos con tesón, trabajo y optimismo.
Dani tiene el próximo día 17 su gran partido de Champions. Un reto que está dispuesto a superar. El pequeño es un entusiasta de José Luis Gayà. Le dijo que no se pierde ningún partido. El de Pedreguer sabe que tiene un compromiso: volver a visitar a Dani para celebrar la mejor victoria de todas, la de su recuperación. Ayer, Gayà, hizo la mejor jugada de su carrera.
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