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Aficionados del Valencia, ayer en Mestalla. :: jesús signes
Otra noche épica en Mestalla

Otra noche épica en Mestalla

La catarsis colectiva con el gol de Rodrigo fue el mejor símbolo de toda la noche, en la que se vivieron multitud de sentimientos

JUAN CARLOS VILLENA

Miércoles, 17 de diciembre 2014, 00:02

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Mestalla vivió anoche un partido épico. Bronco y copero, de los que toda la vida han caracterizado al torneo del k.o. Una noche que tuvo de todo y que provocó multitud de sentimientos a los aficionados. El espíritu de la remontada de Basilea volvió a recordarse. Tanto es así que como el equipo siga en esa línea de remontadas imposibles, los cardiólogos comenzarán a tomar medidas con los pacientes que vayan a la consulta y muestren el carnet de socio del Valencia.

Porque la de anoche fue, de largo, la que más hizo sufrir al órgano que bombea la sangre al cuerpo. Un corazón puede sufrir por muchos motivos; con la emoción, con los nervios... pero también con el cabreo. Y el encuentro tuvo de todos los ingredientes que se pueden imaginar.

La afición valencianista pasó por todos esos estados durante el partido más loco que se recuerda en el coliseo de la Avenida de Suecia. La catarsis colectiva cuando Rodrigo marcó el empate a cuatro, el gol decisivo de la eliminatoria, fue el mejor símbolo de lo ocurrido anoche en el campo. Un partido copero en su máximo esplendor, para desgracia de los corazones débiles. De desgaste, de esos que te quitan unos meses de vida.

Ningún miembro de la Curva Nord, ni de los miles de seguidores valencianistas que comenzaron a acercarse a Mestalla desde las siete de la tarde a cuentagotas, no se podían ni imaginar que el partido necesitara de una animación especial. La relajación en la previa del encuentro fue total, la misma que hizo que muchos abonados se quedaran en casa pese a tener el partido incluido dentro del pase.

Ni la casa de apuestas más avispada se atrevió a poner un anzuelo de un 1-3 al descanso con el Valencia habiéndose puesto por delante. Pero todo eso era una quimera a primera hora de la tarde. Nadie esperaba semejante desarrollo de los acontecimientos.

Calma previa

La tranquilidad téorica con la que se afrontaba la vuelta de la eliminatoria ayudó al dispositivo de seguridad, ahora que todos los focos están puestos en cada estadio en el que se celebra un encuentro. El coordinador de seguridad del Valencia estuvo en una comunicación constante con su homólogo del Rayo Vallecano, que era perfectamente visible en la entrada del palco por sus dimensiones.

La casi nula presencia de seguidores rayistas en las gradas de Mestalla, cinco en concreto en la zona reservada a la afición visitante, también relajó el ambiente en los trabajos previos.

Tras un partido donde la Curva Nord había estado en silencio casi en la toda la primera parte, los miembros de la Grada Joven habían inundado las redes sociales con el mensaje claro de #NoPararDeAnimar. El colectivo valencianista había anunciado que no se animaría con banderas, y es cierto que en la postal que hasta hace muy poco podía observarse en esa zona de la grada faltaban pancartas, emblemas e incluso la mayoría de bufandas de los seguidores.

Tan sólo una senyera, en la parte donde los asientos también hacen su particular curva, adornó la grada de animación. Mestalla volvió a ser clave en un momento dramático para su equipo, y cuando eso ocurre el corazón y el pulmón que despierta al resto de grada proviene de la Curva Nord. Ese es su valor. Como rezaba el estribillo del cántico final en los últimos segundos «Vamos mi Valencia yo te llevo dentro de mi corazón». El corazón, ese que anoche sufrió y se emocionó.

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